In contrast to the accelerated temporal regime imposed by contemporary capitalism—where time is fragmented into productive units and images are consumed instantaneously—the practice of producing one-hour photographs constitutes a critical aesthetic and political gesture. The hour, traditionally used as the standard unit of labor under capitalist modes of production, is reclaimed here to insert a block of lived, sensible experience that interrupts the constant flow of image production and consumption. Through analog technology, these photographs not only slow down the capture of time but also recover the materiality of the image, introducing a pause that subverts the logic of visual efficiency.

Duration, understood in Bergsonian terms as qualitative, lived time, challenges the homogeneous, quantifiable temporality of capital. These photographs do not aim to freeze a decisive moment; instead, they embody a temporal process that resists commodification. The resulting images are dense, stratified, and ambiguous—not immediately legible but open to affective and intuitive engagement. As such, the aesthetics of duration emerges as a critical form of temporal resistance: an embodied reappropriation of time that suspends the imperative of speed and productivity, and proposes instead a space for slowness, contemplation, and political counter-temporality.

Óscar Farfán (2024)

Sobre los datos inmediatos de la consciencia

En contraposición al régimen de temporalidad acelerada que impone el capitalismo contemporáneo —donde el tiempo se fragmenta en unidades productivas y la imagen se consume instantáneamente—, la práctica de realizar fotografías con una duración de una hora constituye un gesto estético y político de resistencia. Esta hora, que tradicionalmente opera como unidad de medida del trabajo abstracto en la economía capitalista, es aquí reapropiada para introducir un bloque de experiencia sensible que interrumpe el flujo continuo de producción y consumo de imágenes. Mediante el uso de tecnología analógica, estas fotografías no solo desaceleran el tiempo de captura, sino que también otorgan una materialidad tangible a la imagen, instaurando una pausa que subvierte la lógica de la eficiencia visual.

La duración, entendida en clave bergsoniana como tiempo vivido y cualitativo, reemplaza la métrica cuantitativa y homogénea del capital por una temporalidad fluida, donde la imagen ya no ilustra un instante sino que encarna un devenir. Estas fotografías no pretenden ofrecer nitidez informativa ni narrativa inmediata, sino abrir una dimensión perceptiva densa y estratificada, en la que el tiempo se manifiesta como proceso y no como corte. Así, la estética de la duración se configura como una forma de intuición y contemplación crítica que, al desarticular las estructuras visuales del capital, habilita una reapropiación subjetiva del tiempo desde una experiencia corporal y política.

Óscar Farfán (2024)

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